François 1er, el rey constructor
Al regresar victorioso de Marignan en 1515, el joven François 1er soñaba con un palacio extraordinario. En 1519, el monarca inició la construcción del castillo en un terreno pantanoso, imaginando una silueta que recordaba a Constantinopla.
Aficionado al arte y a la caza, el propio rey trazó los planos del que se convertiría en el mayor de los castillos del Loira. La arquitectura del castillo mezcla influencias francesas e italianas, marcadas por el genio de Leonardo da Vinci, a quien Francisco I invitó a su corte.
Descubra hoy el legado de este rey visionario en cada piedra de Chambord, donde la salamandra, su emblema real, sigue vigilando las 440 habitaciones y 365 chimeneas de esta residencia única en su género.
De la construcción a nuestros días: una epopeya fascinante
¡Sea testigo de la envergadura de las titánicas obras que dieron forma a Chambord! La obra movilizó a 1.800 obreros durante casi 30 años para levantar este palacio único, que necesitó 220.000 toneladas de toba, la emblemática piedra blanca del valle del Loira.
La construcción continuó bajo los sucesivos reinados, y cada monarca añadió su propio toque al proyecto inicial. Cuando llegue al lugar, le sorprenderá la majestuosidad de las 440 habitaciones y las 282 chimeneas monumentales que atestiguan esta épica arquitectónica.
El chateau de Chambord le reserva una gran sorpresa: su famosa escalera de doble revolución, una auténtica proeza técnica atribuida al genio de Leonardo da Vinci. Suba sus peldaños y reviva el esplendor del Renacimiento francés
¿Quién vivía entre estos muros reales?
Después de Francisco I, prestigiosos residentes animaron las estancias del château de Chambord. Stanislas Leszczynski, rey de Polonia en el exilio, estableció allí su corte de 1725 a 1733, aportando refinamiento y cultura polaca a estos muros.
El mariscal de Sajonia se instaló allí en 1745, recompensado por Luis XV por su victoria en Fontenoy. Molière incluso creó aquí su «Bourgeois Gentilhomme» en 1670, transformando la residencia real en un teatro de las artes.
Más tarde, el conde de Chambord soñó con reinar aquí bajo el nombre de Enrique V. Hoy, pasee por estos pisos donde aún resuenan los ecos de suntuosas fiestas e intrigas cortesanas. Una visita desde Touraine le sumergirá en la intimidad de estos ilustres ocupantes.