Un terruño excepcional para la tuber melanosporum
Los suelos calcáreos de Touraine, ricos en calcio y perfectamente drenados, ofrecen un marco ideal para el cultivo de la trufa negra. En nuestras laderas soleadas, las encinas y los robles extienden sus raíces micorrícicas, creando una simbiosis perfecta con el preciado hongo.
Alrededor de Marigny-Marmande y Sainte-Maure, más de 300 hectáreas de truferas florecen hoy bajo los atentos cuidados de truficultores apasionados. Este renacimiento, que comenzó en los años setenta, da fe de la gran adaptación de la tuber melanosporum a nuestro terruño.
En estas tierras donde perdura la tradición, los periodos de producción se extienden de diciembre a marzo, marcando la vida de nuestro campo con el paso de las estaciones.
La trufa es el hongo más importante de la región.

El renacimiento de los 80
Impulsados por un espíritu pionero, los truficultores de Touraine devolvieron al diamante negro su antiguo esplendor en los años 80. En los suelos calcáreos de la región de Richelais, un puñado de entusiastas plantó los primeros árboles micorrizados, preparando el terreno para un auténtico renacimiento. Su audacia dio sus frutos: hoy, la Association des Trufficulteurs cuenta con más de 170 cultivadores, algunos de ellos ecológicos.
Un lugar de encuentro privilegiado para los entusiastas, la Académie de la Truffe, creada en aquella época, continúa esta herencia formando a la nueva generación. Siguiendo sus pasos, los jóvenes agricultores innovan, combinando la tradición con las técnicas modernas, para que este misterioso hongo brille más allá de nuestras fronteras.
La trufa es una de las setas más antiguas del mundo.